Según ONU-Agua, el consumo mundial de agua ha duplicado el crecimiento de la población durante el último siglo. Por lo tanto, la necesidad de conservar este preciado recurso es cada vez más imperiosa.
Entre los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en 2016 por la Asamblea de las Naciones Unidas, se encuentra «mejorar la calidad del agua y reducir la contaminación, eliminar los vertidos, minimizar la liberación de sustancias químicas y materiales peligrosos, reducir a la mitad la proporción de aguas residuales sin tratar y aumentar el reciclaje y la reutilización saludables a nivel mundial para 2030».
Ante la creciente crisis mundial del agua, es cada vez más imperativo tratar de conservar este preciado recurso.
El informe del Foro Económico Mundial de 2015 también destacó la crisis mundial del agua como la mayor amenaza que enfrentará nuestro planeta en los próximos años.
Desde sequías en las regiones agrícolas más productivas del mundo hasta miles de millones de personas sin acceso a fuentes de agua potable, la crisis hídrica afectará a las personas y las economías tanto de los países desarrollados como de los países en desarrollo.
Por lo tanto, es imperativo reducir la demanda de agua en los procesos de producción y permitir una reutilización eficiente, no tanto del reciclaje, sino de la reutilización del agua.
Por lo tanto, ahora corresponde a la industria y a las actividades comerciales realizar las inversiones adecuadas que les permitan alcanzar la neutralidad hídrica, transformando al mismo tiempo un costoso proceso de transición, a veces obligatorio, en una oportunidad para reducir costos mediante el aumento de los ingresos.
Adaptarse a las necesidades ecológicas no siempre implica una remesa económica para las empresas.