Si en un líquido la presión absoluta es igual o inferior a la presión de vapor a una temperatura determinada, en cuestión de microsegundos se forman burbujas de vapor microscópicas.
Esto se debe a que los líquidos normalmente llevan aire disuelto y, al descender la presión hasta el valor de la presión de vapor, se libera el aire disuelto y, por lo tanto, se libera la vaporización del líquido.
Las burbujas de vapor son arrastradas por la corriente y, al llegar a zonas con una presión superior a la de vapor, se produce su colapso.
La fase de colapso e implosión libera una cantidad de energía que, si no se controla, puede causar:
- Un deterioro de la eficiencia del sistema hidráulico de al menos un 3%, debido a la turbulencia causada por la cavitación.
- Vibración excesiva del sistema hidráulico, lo que provoca ruido.
- Un deterioro grave de los componentes internos del sistema hidráulico, debido al colapso de las burbujas cerca de la pared de un componente. En este caso, se genera un chorro de líquido (chorro de impacto) que erosiona la superficie sólida y forma las llamadas picaduras erosivas. La zona donde este fenómeno se produce con mayor frecuencia es a la salida del impulsor, ya que en esta sección se produce una despresurización temporal del líquido, seguida de un aumento de presión.
El grado de erosión se ve influenciado por diversos factores, tanto relacionados con la hidrodinámica del sistema como con el comportamiento resistente de los diferentes materiales.
Los efectos de la condensación en los materiales se relacionan principalmente con la dureza superficial, la capacidad de endurecimiento por acritud y el tamaño de grano.