La producción comienza con la molienda mecánica y la posterior mezcla con agua de los granos almidonados.
La suspensión resultante se bombea al cavitador, donde cada partícula de la estructura del grano almidonado se fractura completamente, exponiendo las moléculas de almidón adicionales atrapadas en la estructura celular y mejorando así la eficiencia enzimática hidrolizada en el mosto.
Cuanto más pequeñas sean las partículas, mayores serán las superficies de interacción, lo que permite un aumento en el rendimiento de etanol, con la misma matriz inicial, del 1 % al 2,5 % y del 2 % al 4 % o más, sin necesidad de energía adicional y, por lo tanto, con menores costos totales de materia prima.
La aplicación de cavitación antes de la sacarificación mejora el tamaño de partícula y la tasa de conversión de almidón a azúcar para la posterior fermentación en etanol.
Por lo tanto, el etanol se puede generar de forma más eficiente mediante la fermentación y la posterior destilación.